Sandro Lopes y su hija de once años, María, paseaban por su propiedad de nueve acres en David City, Nebraska, discutiendo el futuro de su granja familiar. Una casa blanca y roja, deteriorada, se decaía a la derecha de la entrada y su granja recién arreglada yacía a un par de metros a la izquierda. Los dos eventualmente se detuvieron bajo un sauce, uno en el cual María se imagina leyendo un libro debajo, aunque preferiría hacer otras cosas como practicar presentar a sus patos en exhibiciones de 4-H.
“Preferiría hacer cosas en la granja que estar adentro todo el día”, dijo, ya caminando hacia la casa que su familia tiene pensando restaurar en los próximos dos años.
La casa tomará alrededor de dos años y $60,000 para renovar, y Lopes planea hacer la mayoría de los arreglos él mismo. Será una de las partes finales del “Pequeño Amazonas”, un lugar para honrar su cultura indígena.
“Ese es el sueño americano”, dijo.
Desde que emigraron de Brasil en 2015, Lopes y su familia habían estado buscando un lugar para estar en comunidad y cultivar alimentos. Su negocio, NaTerra Regenerative Farms, no es solo una fuente de comida; es un legado que él nutre integrando prácticas agrícolas indígenas y de Nebraska.
“La agricultura es parte de mi vida. Requiere personalidad”, dijo Lopes. “Cada granja es diferente porque el agricultor tiene su propia experiencia. Quiero seguir mi propio camino, cultivar alimentos y cuidar a gente”.
Según el National Center for Farmworker Health, de los aproximadamente 2.9 millones de trabajadores agrícolas en los EE. UU., 78% son latinos y 70% nacieron en otro país. Garantías de trabajo en agricultura estadounidense atraen a latinos que no son ciudadanos al país bajo visas de trabajo temporal, a través de iniciativas como el programa de Trabajadores Agrícolas Temporales H-2A, que permite a dueños de negocios agrícolas a contratar inmigrantes debido a la falta de trabajadores domésticos.
Aun así, la representación latina entre los productores agrícolas — personas que están involucradas en la toma de decisiones de una operación agrícola — no es común. Lopes es uno de cerca de 83,000 productores agrícolas latinos en los EE. UU. y uno de aproximadamente 700 productores agrícolas latinos en Nebraska según el Censo Agrícola del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés). El número de productores agrícolas latinos a nivel nacional como también dentro del Medio Oeste de los Estados Unidos ha seguido creciendo a lo largo de las últimas décadas.
Pero, como Lopes descubrió, cuando se trata de empezar un negocio agrícola o alimentario, muchos cultivadores inmigrantes latinos tienen dificultades cumpliendo los requisitos y solicitando ayuda financiera.
Barreras al acceso
Cuando Lopes fundó NaTerra Farms en 2022, solicitó una subvención a través de EQIP, un programa de USDA que brinda ayuda a agricultores y ganaderos que integran la conservación en sus prácticas. Lopes necesitaba financiación inicial para reconstruir y reparar los acres de propiedad en David City. Su solicitud fue rechazada en 2023. Un agente local de USDA dijo que NaTerra necesitaba tener por lo menos dos años de producción para poder cumplir con los requisitos de la subvención.
“Este es mi primer año”, dijo Lopes. “¿Cómo vamos a empezar un negocio sin nada de capacitación educativa, sin nada de apoyo financiero? Gasté como siete, ocho meses para que [ellos] dijeran ‘no’”.
Lopes dijo que el USDA no está preparado para ayudar a agricultores principiantes latinos como él.
Estudios del investigador Eleazar González corroboran esta preocupación. González dijo que la falta de difusión y canales de comunicación dentro de las agencias de USDA locales pueden impedir que candidatos como Lopes soliciten financiación.
“Tenemos a un socio que es un inmigrante y no tiene muy buenas habilidades para el inglés, pero aun así quiere cultivar”, González, un profesor de Lincoln University Extension, dijo. “Nosotros somos los recursos para él. Somos su voz. Pero sienten que no ven una solución inmediata y se desaniman”.
La encuesta reciente de agricultores latinos en Missouri de González halló que muchos no conocían los servicios del departamento, como los préstamos comerciales de USDA y los programas de subvenciones. Y, las barreras lingüísticas impiden principalmente a cultivadores hispanohablantes a conectar con recursos federales. En respuesta a las demandas de agricultores negros alegando discriminación racial – seguido por demandas adicionales de agricultores latinos, indígenas y mujeres – el USDA lanzó un programa de asistencia financiera para solicitantes anteriores de subvenciones y préstamos “que sufrieron discriminación en los programas de préstamos agrícolas”. Se lanzó el programa en julio de 2023 y dejó de aceptar solicitudes en enero de este año.
A pesar de esta iniciativa del USDA, la desconfianza de las comunidades marginadas hacia el departamento federal persiste. Saul López, director ejecutivo provisional de Comunidad Maya basada en Omaha, Nebraska, dijo que los agricultores inmigrantes maya con los que trabaja – la mayoría de Guatemala y México – generalmente desconfían del gobierno.
“Primero que nada, hay una barrera cultural”, dijo López. “Tenemos que entender también que hay una capacidad educativa cuando se trata de tener conocimiento y comprensión de por qué acceder a este tipo de financiación es importante”.
Más allá de la necesidad de recursos accesibles y multilingües, López también notó que el proceso frecuentemente traumático de llegar a los EE. UU como un inmigrante puede impedir que un solicitante potencial busque asistencia, financiera u otra.
“No es fácil hablar sobre crecer el negocio cuando alguien simplemente está tratando de recuperarse después de vivir un proceso migratorio larguísimo,” dijo López. “No es lo mismo que conversar con alguien a quien no le preocupa eso”.
Además de ofrecer asistencia financiera a minorías que han sido discriminadas durante el proceso de solicitud anterior, el USDA también ha lanzado 12 centros regionales de negocios alimentarios a lo largo del país en 2023. El Heartland Regional Food Business Center, compuesto de 24 organizaciones asociadas de Nebraska, Kansas, Iowa, Missouri, Oklahoma y el noroeste de Arkansas, ofrecerán hasta $50,000 en subvenciones a residentes del Medio Oeste que quieren empezar o crecer su negocio alimentario.
Aunque el lanzamiento del programa de subvenciones para crear negocios podría ser una medida adicional para restaurar la confianza de las comunidades marginadas en el USDA, inmigrantes sin una tarjeta de seguridad social no tienen derecho a la solicitud.
Solicitudes para subvenciones federales plantean un desafío para agricultores que no son ciudadanos, especialmente aquellos con habilidades limitadas en inglés. Se requiere un Identificador Único de Identidad (UEI, por sus siglas en inglés) para recibir subvenciones. Sin embargo, un número de seguridad social, el cual les falta a algunos agricultores inmigrantes latinos, es el prerrequisito para solicitar un UEI. Esto generalmente los descalifica para subvenciones federales, dependiendo de su estatus de residencia.
Lopes tenía los documentos necesarios requeridos para obtener un UEI y, sin embargo, no pudo recibir ninguna financiación del USDA.
“Ven al latino como mano de obra, no como un agricultor”, dijo Lopes. “Somos invisibles aquí. No tiene nada de malo ser mano de obra, pero quiero que la gente me reconozca como un agricultor”.
Lina Traslaviña Stover, directora ejecutiva de Heartland Workers Center en Omaha, Nebraska, dijo que los inmigrantes latinos que trabajan en las industrias agrícolas y de carne suelen sufrir un desequilibrio de poder drástico en el lugar de trabajo, especialmente si sus documentos son temporales.
“Cada dos años, tienen que pagar un permiso de trabajo porque sin el permiso de trabajo, no pueden conseguir su tarjeta de seguridad social”, dijo Traslaviña Stover. “Como resultado, ¿cómo te arraigas, si sabes que cada dos años [tu estatus] se va a ir?”
Para Lopes y otros, la respuesta es con un optimismo vacilante.
Sembrando soluciones
Cuando el acceder a asistencia federal se vuelve demasiado difícil o imposible, la financiación de organizaciones sin fines de lucro puede ser una alternativa viable para agricultores inmigrantes.
Desde su incepción en 1973, el Center for Rural Affairs basado en Lyons, Nebraska, ha ayudado a comunidades rurales en Nebraska, Iowa, South Dakota y Minnesota. La asociada local de alimentos, Kjersten Hyberger, dijo que el Centro sigue haciendo un esfuerzo concertado para ayudar a sectores demográficos desatendidos, particularmente agricultores indígenas y latinos.
“Siempre estamos diseñando todo nuestro trabajo y las subvenciones que solicitamos para que vayan directamente a satisfacer las necesidades de las comunidades en Nebraska”, dijo Hyberger.
Agricultores latinos, indígenas e inmigrantes trabajando con el Centro expresaron su dificultad accediendo a préstamos gubernamentales, lo cual motivó a la organización a presentar su solicitud para convertirse en una institución financiera para el desarrollo comunitario (CDFI, por sus siglas en inglés). Este estatus permite a la organización a proporcionar préstamos directamente a agricultores, independientemente de su condición de ciudadanía. Siempre y cuando el solicitante sea un residente de Nebraska, tiene el derecho a presentar su solicitud.
El Centro le ofreció a Lopes ayuda técnica y capacitación en administración de negocios para afinar la misión de NaTerra y ayudarlo a desarrollar un plan de negocios a largo plazo. Para el próximo año, Lopes participará en el programa de mentoría del Centro, recibiendo orientación de un agricultor de Nebraska.
“Puedo aprender cómo [cultivan’] aquí en Nebraska porque es muy diferente a Suramérica”, dijo Lopes.
Practical Farmers of Iowa y su programa Agricultores Latinos operan de manera similar. En 2020, la organización basada en Ames, empezó a brindar capacitación empresarial en español después de que agricultores locales pidieron más representación latina dentro de los servicios de Practical Farmers. Esto fue el comienzo de Agricultores Latinos. Ahora, el programa ofrece talleres y ayuda técnica en español como también acceso a préstamos y subvenciones.
“Hay más flexibilidad con subvenciones fundacionales versus las federales y estatales, del cual no se habla mucho”, dijo Valeria Cano Camacho, la coordinadora sénior de participación latina de Practical Farmers. “Muchas de los [asignaciones] federales y de USDA están atadas a hacer que más gente o saque más préstamos o use sus programas”.
Las subvenciones fundacionales de Practical Farmers, como el préstamo del Center for Rural Affairs, permite a residentes con cualquier condición de ciudadanía a solicitarlas. Cano Camacho notó que estas oportunidades financieras están dirigidas específicamente tanto a agricultores inmigrantes como latinos en Iowa.
“Para ser transparente y crear confianza en la comunidad, [decimos], ‘Primero, no estamos tomando tu información y compartiéndola con nadie’’, dijo Cano Camacho. “’Sabemos que es un temor realmente válido, y no queremos presionarte, pero tampoco queremos que sientas que no puedes seguir con este sueño de ser dueño de una granja’”.
Cano Camacho compartió las preocupaciones acerca de la historia de discriminación de USDA. Cuando los agricultores hispanohablantes tienen que consultar una agencia local, ella se ofrece para acompañarlos a sus citas para asegurar que nada se pierda en la traducción.
Con subvenciones fundacionales de Practical Farmers, Lopes pudo reparar y expandir las instalaciones de su granja. Construyó una estación de lavado para vegetales para sus productos frescos, arregló el techo de su granja y está criando ganado a través del programa de costos compartidos para pastar. NaTerra cuenta con cinco cabras, y alrededor de 90 pollos como también patos y codornices.
Lopes agradece el apoyo financiero y la capacitación que recibió de organizaciones como el Center for Rural Affairs y Practical Farmers. Aun así, reconoce que muchos otros agricultores latinos inmigrantes siguen sin poder adquirir fondos para empezar sus propias granjas.
Mientras maneja la granja, Lopes les enseña a sus hijos el valor de “nhembojera”, una palabra del idioma Tupi, hablado por los pueblos indígenas de Brasil de los cuales Lopes y su familia descienden. “Nhembojera”, dice, significa “estar dispuesto a aprender juntos”.
Ese es el legado que espera dejar.
Este artículo viene del Midwest Newsroom, una colaboración de periodismo de investigación que incluye Iowa Public Radio, KCUR, Nebraska Public Media, St. Louis Public Radio y NPR.
¿Tiene alguna sugerencia o pregunta para nosotros? Envíe un correo al midwestnewsroom@kcur.org.