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En lo alto de una escalera, en el segundo piso del edificio Haag, dentro del campus de la Universidad de Missouri-Kansas City, seis frescos de colores vivos muestran una serie de imágenes surrealistas: multitudes de personas, algunas con miembros contorsionados o rostros deformados, otras sosteniendo animales de granja o alimentos en las manos, y otras con pájaros posados en la cabeza.
Un hombre arriba de una escalera vierte agua sobre la cabeza de otro hombre. Otro hombre levanta un paño para mostrar un monstruo parecido a un hipopótamo con docenas de personas dentro de su boca, mientras una multitud indiferente los ignora.
Realizado por el artista español Luis Quintanilla en 1941, el mural se conoce como “Don Quijote en el mundo moderno”. Es uno de los dos únicos murales que se conservan del artista y el único que se encuentra en su lugar original.
Quintanilla llegó a la universidad como una nueva estrella con exitosas exposiciones en Europa, que se codeaba con personajes como Ernest Hemingway, Pablo Picasso y Eleanor Roosevelt. Había escapado de la Guerra Civil Española, huyendo de un régimen fascista en auge que gobernaría España en las próximas décadas.
Gran parte de la obra de Quintanilla fue destruida en bombardeos y purgada por los fascistas. Como resultado, el artista ha caído prácticamente en el olvido.
Pero la reciente restauración del mural de la UMKC el verano pasado tiene como objetivo consolidar el legado de Quintanilla en el mundo del arte y difundir sus advertencias sobre el autoritarismo y la fragilidad de la democracia.
Una nueva vida para “Don Quijote”

Este año, la Fundación Mellon otorgó una beca de $4 millones de dólares a la UMKC para restaurar 16 lugares históricos, entre ellos los murales de Quintanilla.
La universidad contrató a dos expertos que viajaron desde España y pasaron el mes de julio limpiando y retocando los frescos.
El restaurador Iñaki Garate Llombart afirmó que las obras se encontraban en buen estado porque ya habían sido retocadas en la década de 1990. Sin embargo, 80 años de exposición a la intemperie y a la luz solar habían dejado huella, especialmente en los dos paneles del mural que se encuentran al lado de una ventana.
Afirmó, “esa esquina del mural es más susceptible de verse afectada por la humedad y por el contraste de temperatura entre invierno y verano, entre el exterior y el interior”.

Garate Llombart y su colega, Beatriz del Ordi, también tuvieron que limpiar el impacto de las actividades humanas en el concurrido pasillo, como el humo de cigarro, los grafitis y los rasguños o marcas. Décadas de polvo y suciedad habían formado una capa sucia en la superficie.
Para eliminar la suciedad, la pareja aplicó un papel fino a la superficie del fresco con pinceles húmedos . Una vez finalizado el proceso de limpieza, volvieron a aplicar cuidadosamente pintura en los lugares donde el color se había desvanecido.
“Utilizamos acuarela, aplicándola sólo en estos lugares y respetando toda la obra original”, explicó del Ordi.
El mural es un buon fresco, una técnica de pintura al fresco muy popular durante el Renacimiento italiano, en la que se aplica yeso a una pared y se pinta mientras aún está fresco. Según Garate Llombart, los ejemplos de esta técnica son poco frecuentes en Estados Unidos.
“Aquí se tiene un pedazo de la historia de España”, dijo.

La vida de Quintanilla
Entonces, ¿cómo una pieza tan histórica, acabó en Kansas City? Es una historia trágica, una de las miles que surgieron de uno de los conflictos más sangrientos del siglo XX.
Quintanilla nació en 1893 en Santander, en la costa norte de España. Comenzó a aprender a pintar de forma autodidacta a los 16 años y se trasladó a París a los 18 años para ampliar su formación artística.
En las décadas de 1910 y 1920, París se encontraba en pleno auge artístico. La ciudad contribuyó al desarrollo de movimientos artísticos como el cubismo y el surrealismo. Además, fue el hogar de artistas como Hemingway y Picasso, quienes se cruzaron en el camino del joven Quintanilla.
“Fue una época de aprendizaje, pero también de muchas historias de amor, fiestas y de una vida bohemia”, afirma Alberto Villamandos, profesor de la UMKC.
A lo largo de los años veinte, Quintanilla viajó por Europa, aprendiendo nuevas técnicas y aumentando su reputación. Aprendió a pintar frescos en Italia y finalmente se estableció en Madrid.
En 1930, se afilió al Partido Socialista Obrero Español, que más tarde le encargó pintar murales para la sala de reuniones del partido. Quintanilla también realizó murales en el Museo de Arte Moderno de Madrid y un monumento conmemorativo al líder socialista Pablo Iglesias. Además, llamó aún más la atención del mundo del arte cuando expuso una serie de grabados sobre la vida callejera de Madrid.
Pero a medida que la carrera de Quintanilla iba creciendo, España entró en un periodo de agitación política.

En 1931, el país eligió su segundo gobierno republicano y el rey Alfonso XIII se dio al exilió. Una coalición de grupos como comunistas, socialistas y anarquistas apoyó la nueva democracia española.
Pero los republicanos se enfrentaron a la oposición de una coalición de derecha formada por nacionalistas, que incluía a católicos, monárquicos y otros grupos conservadores. Estos se unieron en torno a una ideología fascista basada en la pureza étnica, el poder militar y el patrioterismo, y finalmente promovieron al general Francisco Franco como su líder.
Villamando afirmó, “la Guerra Civil Española es, en cierto modo, una introducción a lo que sería la Segunda Guerra Mundial entre estos dos extremos, estos dos polos”.
En 1936, los nacionalistas lanzaron una violenta rebelión contra los republicanos, que finalmente estalló en la Guerra Civil Española. Se estima que 500,000 personas murieron en combate o a causa de la violencia política masiva.

Al igual que muchos otros artistas en España, Quintanilla apoyó a los republicanos.
Villamandos dijo que “siempre mostró su apoyo a los más desfavorecidos. Creo que tenía un fuerte sentido de la justicia social”.
Quintanilla encabezó batallas contra el ejército de Franco e incluso cumplió ocho meses de prisión por su afiliación al Partido Socialista. Durante este periodo, gran parte de su obra fue destruida en bombardeos. A los intelectuales y artistas que se oponían a los nacionalistas les esperaban asesinatos y torturas.
“Este no era el momento para mantenerse neutral en el país”, afirmó Villamandos.
En enero de 1939, Quintanilla partió hacia Estados Unidos con un pasaporte diplomático; su misión era entregar una serie de grabados del artista español Francisco Goya a la primera dama Eleanor Roosevelt. Ese mismo año, los nacionalistas ganaron la guerra civil y Franco llegó al poder como dictador.
“Si se hubiera quedado en España, lo habrían fusilado”, dijo Villamandos. “Lo habrían ejecutado”.
Quintanilla no volvería a España por casi 40 años.
“En el corazón de esta nueva tierra extraña”
Tras huir de España, Quintanilla se instaló en Nueva York, donde se reunió con Jan Speirs, una mujer estadounidense con la que había salido anteriormente en España. Los dos se casaron y tuvieron un hijo, Paul.
Quintanilla pasó un tiempo en Hollywood y conoció a Thomas Hart Benton, un compañero muralista y uno de los artistas más famosos de Kansas City.

En aquel entonces, la UMKC se conocía como la Universidad de Kansas City. El entonces rector de la universidad, Clarence Decker, quería fomentar las artes y la cultura en el campus, por lo que creó un programa de artistas residentes. Invitó a Quintanilla a ser su primer participante.
Quintanilla llegó en el otoño de 1940, y comenzó a dar clases de pintura, impartir conferencias y trabajar en un nuevo proyecto mural en el edificio de Haag. Consideró que este traslado era una oportunidad para mantener a su familia, lejos de la violencia de la que había escapado y que aún azotaba Europa.
“Esta podría ser la solución, aquí, en el corazón de esta nueva tierra extraña, donde podría enseñar y pintar y, por fin, estar solo para desarrollar su arte, para dominar su estética lejos de las horribles interrupciones del mundo”, escribió Paul Quintanilla en “Waiting at the Shore”, una biografía de su padre publicada en el 2014.
El pintor basó su proyecto del mural en la novela del siglo XVII “Don Quijote”, de Miguel de Cervantes, una de las obras más famosas de la literatura occidental y parte fundamental de la cultura española. Quintanilla formó al personal de instalaciones de la UMKC para que le ayudaran a ejecutar la técnica del fresco que había aprendido en Italia.
Y para los personajes del mural, entre ellos el iluso caballero Don Quijote, que lucha contra molinos de viento, y su escudero Sancho Panza, utilizó como modelos a estudiantes y personal de la universidad. Chris Wolff, historiador del campus de la UMKC, dijo que Quintanilla se paraba en la ventana del edificio Haag y elegía a las personas que le llamaban la atención.
Wolff explicó que “no hablaba muy bien el inglés, pero con gestos les hacía posar y los dibujaba para incluirlos en el mural”.
También aparecen en la obra figuras contemporáneas de la época, como los dictadores Adolfo Hitler y Benito Mussolini. Quintanilla también pintó a su familia: a sí mismo con un sombrero, para mostrar su identidad española, y a su hijo con un sombrero tirolés, para mostrar que era estadounidense.
El resultado final fueron seis paneles que representaban a Don Quijote y Sancho Panza con ropa contemporánea, en tres escenarios diferentes: el siglo XX, un “mundo ideal” y el “mundo real”. En aquel momento, los estudiantes no sabían qué pensar de la creación modernista de Quintanilla.
“Cuando vieron el arte de Quintanilla, les impactó mucho”, dijo Wolff. “Escribían abiertamente en el periódico del campus cosas como: ‘Dios mío, todas las chicas del mural parecen gordas”.

En algunos paneles, el estilo de Quintanilla, recuerda los colores vivos y la iconografía de los periodos renacentista y barroco, según Villamandos. Otros paneles, sin embargo, retoman la misión modernista de rechazar las ideas tradicionales de belleza y virtud.
Villamando explica que “se inspiraba en otras tendencias más extremas o expresionistas que surgieron en los años 30, antes de la Segunda Guerra Mundial. Y también en tradiciones que se remontan a principios del siglo XIX, como el estilo grotesco de Francisco de Goya”.
Un tema importante que se explora en las pinturas es el exilio, una experiencia comúnmente asociada con “Don Quijote” porque Cervantes pasó años de su vida en el exilio y en prisión.
Quintanilla fue uno de los miles de activistas de izquierda, intelectuales y otros refugiados que abandonaron España para escapar del gobierno fascista de Franco. Y muchos de ellos sentían una fuerte conexión con la novela de Cervantes, dijo la profesora Viviana Grieco de la UMKC.
”Es un tema muy importante entre todos los españoles”, dijo Grieco. “Y no solo en la pintura. Se ve en la literatura, se ve en todo tipo de expresiones artísticas”.
Pero, a diferencia de otros que se establecieron en países de habla hispana como México y Argentina, Quintanilla terminó en Estados Unidos, sin otros exiliados o refugiados españoles a su alrededor.
Grieco dijo que “Quintanilla está muy solo aquí. No tiene una comunidad. La experiencia de exilio de Quintanilla fue completamente diferente”.
Decker y Quintanilla no pudieron llegar a un acuerdo para pasar otro año en el programa de residencia. Así que, tras un curso escolar, Quintanilla y su familia dejaron atrás Kansas City y el mural.
Pasó un tiempo en Nueva York y finalmente regresó a París, donde pintó retratos, trabajó para revistas e ilustró libros.
Cuando Franco murió en 1975, España comenzó la transición hacia la democracia. Un año después, Quintanilla regresó finalmente a España, tras casi cuatro décadas lejos de su país natal. Murió en Madrid en 1978.
Un mural en el mundo moderno

Durante más de 80 años, miles de estudiantes han pasado junto al mural de “Don Quijote” de camino a clase o a sus horas de oficina. Y en un día reciente de otoño, poco después de la finalización de la restauración y el comienzo del semestre, muchos estudiantes dijeron que les parecían sorprendentes las elecciones artísticas de Quintanilla.
Pero no estaban seguros de cómo interpretar su significado.
Rebecca Hayes estudiante de último año de arte dijo que “gran parte de la anatomía está contorsionada. Casi parece que sus caras son reales y que el resto del cuerpo son maniquíes rellenos”.
“Don Quijote en el mundo moderno” refleja la experiencia de Quintanilla viviendo bajo un régimen autoritario y, posteriormente, escapando de él. Hace referencia a la Guerra Mundial en curso y al auge del fascismo en toda Europa.
Un panel muestra a Adolfo Hitler levantando una tela para mostrar un monstruo con escenas de guerra y encarcelamiento en su boca, mientras que las personas a su alrededor miran hacia otro lado.
“Es obvio que se trata de una imagen de una película de terror”, dijo Villamandos.
“Es una advertencia”, continuó. “Quintanilla estaba advirtiendo de lo que podría estar por venir a Estados Unidos. Este monstruo de la dictadura o el fascismo que trae la muerte, trae la guerra”.

El mensaje del mural es ahora más relevante que nunca, afirma Julián Zugazagoitia, director y consejero delegado del Museo de Arte Nelson-Atkins de Kansas City.
“Estos murales deben hacernos pensar, en primer lugar, en los horrores de la guerra”, afirma, “y también en las nociones de desplazamiento”.
Zugazagoitia tiene una sorprendente conexión personal con los murales de “Don Quijote”, que se encuentran a poca distancia del Museo de Arte Nelson-Atkins.
Su abuelo, también llamado Julián Zugazagoitia, fue un político socialista y escritor en España, que terminó en la cárcel junto a Quintanilla.
Quintanilla pintó retratos de Zugazagoitia y otros amigos suyos en prisión. Pero, a diferencia del pintor, Zugazagoitia no logró salir de España.

En noviembre de 1940, mientras Quintanilla enseñaba y pintaba en Kansas City, Zugazagoitia fue ejecutado por el gobierno de Franco. El resto de su familia escapó de España y se estableció en México, donde nació su nieto, el joven Julián Zugazagoitia.
El joven Zugazagoitia vivió en París, Nueva York y otras ciudades, y finalmente aceptó un trabajo en el Museo de Arte Nelson-Atkins en el 2010. Antes de marcharse de Nueva York, asistió a una exposición de pinturas de Quintanilla, donde, por pura coincidencia, Zugazagoitia conoció al hijo del pintor.
Paul Quintanilla le dijo a Julián Zugazagoitia que había un mural de su padre en Kansas City.
Unos años más tarde, después de instalarse en su nueva ciudad y trabajo, Zugazagoitia finalmente encontró tiempo para buscar el mural. Cuando finalmente entró en el edificio Haag, el director del museo se fijó en una inscripción escrita en una esquina: “A la memoria de Julián Zugazagoitia”.
El mural estaba dedicado a su difunto abuelo.

“Me sentí como si estuvieran abrazando mi historia personal, diciéndome: “Estás en el lugar adecuado”, afirmó Zugazagoitia.
En un momento en el que el autoritarismo vuelve a ganar terreno en todo el mundo y Estados Unidos sufre su propia reacción contra los inmigrantes y limitaciones a la libertad de expresión, Zugazagoitia ve en “Don Quijote en el mundo moderno” un recordatorio de que el talento y las experiencias de los inmigrantes y refugiados hacen del mundo un lugar mejor.
”Este mural representa”, dijo Zugazagoitia, “la esperanza de que la gente reconozca que ese tipo de patrones migratorios son cosas que enriquecen nuestra cultura”.
Este episodio de A People's History of Kansas City fue reportado por Nomin Ujiyediin y producido y mezclado por Mackenzie Martin, con edición de Suzanne Hogan y Gabe Rosenberg.